Existen
en la actualidad, múltiples factores por
los cuales los niños no ejercen (dentro
y fuera de la escuela) el pleno desarrollo de sus derechos. El deterioro del derecho a la educación se
traduce como Vulnerabilidad Educativa.
Las
estadísticas de la Provincia de Buenos Aires nos muestran, como tendencias que
se agravan año a año: el alto grado de repitencia, abandono y sobre edad en el sistema
escolar.
En las aulas
nos preocupa (más allá de los índices) el grado de violencia escolar, las
dificultades de aprendizaje, y en definitiva el debilitamiento del vínculo
alumno – escuela; que como resultado genera “escolaridades de baja
intensidad”; o como lo llamaría Corbo Zabatel: “Desertores presentes”, si bien
los procesos de aprendizaje tienen como condición la presencia del que aprende,
esa presencia no es condición suficiente. Que el alumno asista a la escuela, no
garantiza que este ejerciendo el derecho a la educación.
Comprender y
atender situaciones de vulnerabilidad educativa involucra un trabajo de
reflexión que permita repensar algunos aspectos de nuestras prácticas:
-
Tercerización del problema: echarle
la culpa a la situación económica, o social cultural del alumno. Poner el
acento en las situaciones familiares o personales que este atravesando, sin
cuestionar lo que le sucede cuando esta dentro de la escuela.
-
Estigmatizaciones: construcciones
ficticias sobre el alumno, basadas en nuestra infancia… ¡esto en mi época!…, lo
esperable no debe estar vinculado a infancias idealizadas. Debemos evitar los
encasillamientos y las generalizaciones, para poder trabajar con alumnos
reales.
-
Etnocentrismo:
privilegiar nuestras convicciones y valores, despreciando el de los alumnos,
solo nos lleva a un enfrentamiento cotidiano. Las experiencias previas,
creencias y prácticas culturales de ellos y de su familia, deberían ser el
punto de partida del aprendizaje.
Siento que, para la realidad escolar,
con plantear las problemáticas no alcanza. Necesitamos proponer y promover
cambios.
Algunas de las ideas que puedo aportar desde mi campo de trabajo
(Educación Artística), estarán enfocadas a recuperar la alegría cotidiana en el
ámbito escolar, ya que muchos alumnos asisten a la escuela sin ganas, y algunos
docentes también.
Entender
que la risa no esta prohibida en la escuela, ya que según Nietzsche
“El
hombre sufre tan terriblemente en el mundo que se ha visto obligado a inventar
la risa”, puede que sea esta, una puerta
de bienvenida al gocé por aprender.
Poder generar en la escuela,
propuestas y proyectos donde el alumno sea
protagonista, donde se sientan parte y así encuentren el camino asía la
autoestima.
Soltar las amarras de lo lúdico,
no solo en el recreo, sino dejando
entrar el juego en: el pizarrón, el cuaderno y el aula. (Ver “La clase y el juego
“ Brailovsky 2011).
Cambiar
las prácticas competitivas por prácticas cooperativas, para que los niños
puedan trasladar esta experiencia al plano social.
Dejar
que el arte invada nuestras aulas, ya que es el principal promotor de la
creatividad, tan necesaria para resolver problemas: matemáticos, científicos y
de la vida.
Dice
Loris Malaguzzi:
El niño
está hecho de cien.
El niño tiene cien lenguajes
cien manos cien pensamientos
cien maneras de pensar
de jugar y de hablar
cien siempre cien
maneras de escuchar
de sorprenderse de amar
cien alegrías
para cantar y entender
cien mundos
que descubrir
cien mundos
que inventar
cien mundos
que soñar.
está hecho de cien.
El niño tiene cien lenguajes
cien manos cien pensamientos
cien maneras de pensar
de jugar y de hablar
cien siempre cien
maneras de escuchar
de sorprenderse de amar
cien alegrías
para cantar y entender
cien mundos
que descubrir
cien mundos
que inventar
cien mundos
que soñar.
El niño tiene
cien lenguas
(y además de cien cien cien)
pero le roban noventa y nueve.
La escuela y la cultura
cien lenguas
(y además de cien cien cien)
pero le roban noventa y nueve.
La escuela y la cultura
separan la cabeza del cuerpo.
Le dicen al niño:
que piense sin manos
que trabaje sin cabeza
que escuche y no hable
que entienda sin alegría
que ame y se asombre
sólo en Pascua y en Navidad.
Le dicen:
que descubra el mundo que ya existe
y de cien le roban noventa y nueve.
Le dicen al niño:
que el juego y el trabajo
la realidad y la fantasía
la ciencia y la imaginación
el cielo y la tierra
la razón y el sueño
son cosas que no van juntas
Y le dicen
que el cien no existe
El niño dice:
"Qué va, el cien existe".
Le dicen al niño:
que piense sin manos
que trabaje sin cabeza
que escuche y no hable
que entienda sin alegría
que ame y se asombre
sólo en Pascua y en Navidad.
Le dicen:
que descubra el mundo que ya existe
y de cien le roban noventa y nueve.
Le dicen al niño:
que el juego y el trabajo
la realidad y la fantasía
la ciencia y la imaginación
el cielo y la tierra
la razón y el sueño
son cosas que no van juntas
Y le dicen
que el cien no existe
El niño dice:
"Qué va, el cien existe".
Ayudemos a
nuestros alumnos a encontrarse con quienes son, a construir quienes quieren ser
y no a ser lo que nosotros quisiéramos que sean.
Nota desarrollada para la revista La Testa Centro De Estudiantes del ISFD 104 Normal de Quilmes 2013
María Inés Hartfiel
Profesora de Artes Plásticas
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